Son
cambios inocentes, sin malicia.
J.E.P. Espero que así sea. Otra cosa es asumir que
los estoy cambiando. La inmensa mayoría de los escritores
cambian sus textos, pero no lo dicen. Por ejemplo, del Buscón,
de Quevedo, hay tres versiones diferentes, lo mismo que tres manuscritos
diferentes de El amante de lady Chaterley, de Lawrence.
Aún
rescribir un libro de cuentos, que no tiene la extensión
de El amante de lady Chaterley, implica una cierta dosis
de valentía. ¿Eres muy valiente, José Emilio?
J.E.P. Personalmente los escritores podemos ser cobardes,
pero desde el momento en que escribimos hay que ser valientes
porque se lanza un texto hacia lo desconocido, no se sabe qué
va a pasar con ese trabajo, nada está garantizado.
¿Valentía
es felicidad?, ¿sería esa la conclusión?
J.E.P. Con todo lo que pasa en el país y en el mundo
se necesitaría mucha indiferencia o mucha insensibilidad
para decir que uno es absolutamente feliz. En el caso de mi trabajo,
tengo todo el respeto por mis textos pero no tengo el menor respeto
por mí mismo y eso me permite modificarlos para hacerlos
más claros.
"Luego,
40 años después veo que he hecho en la vida lo que
deseaba realizar, algo que sí es un motivo de satisfacción.
Es decir, nada me apartó en ese lapso de lo que yo quería
hacer cuando tenía 18 años."