Los
argumentos para rescribir son válidos no sólo literaria
sino éticamente. Sin embargo: ¿no es, con todo,
demasiado trabajo, no te resulta agotador?
J.E.P. Es verdaderamente atroz, es muy difícil,
porque además no puedes salirte de lo que ya tienes. Simplemente
se vuelve al mismo texto y se trata de hacerlo mejor. Aunque veamos
también la parte melancólica: es un lujo que no
puedo darme porque ya no tengo muchos años por delante.
Pero también pienso: en un momento en que se escribe tan
rápido y se publica con la velocidad que hoy vemos, no
está mal tardarse 40 años en publicar un libro que
lleva esas cuatro décadas escribiéndose.
Si
es que esto se puede determinar en tu labor más personal:
¿qué fue primero, el poeta o el narrador?
J.E.P. Curiosamente, el narrador. Todo mundo empieza por
escribir poemas. Y es verdad que a mí me gustó mucho
leer versos desde niño, pero a partir de los seis años
me acerqué a las historias de piratas y a pequeños
cuentos. Los primeros poemas que hice son más tardíos.
Contrariamente
a los protagonistas que suelen aparecer en las obras iniciales,
que son seres muy complejos o fuertes o particularmente hábiles,
varios de los personajes de El viento distante son niños.
J.E.P. Es que no había en ese momento niños
o adolescentes en la narrativa mexicana. Los hubo después,
pero no mientras los escribía.
¿Para
la escritura de estos textos, te acercaste a la tutela de algún
otro escritor, de alguna institución?
J.E.P. No existían los talleres literarios. Me hubiese
gustado mucho ir a uno porque así no habría tenido
luego la necesidad de corregirme tanto. Ahora, debo decir que
fui muy cercano a Juan José Arreola. Estuve con él
y fui su amanuense, me dictó su libro Bestiario. Como él
tenía que entregar ese texto y se enfrentaba a algunos
problemas de diversa índole, le dije: acuéstese,
me dicta, lo tomo a mano, lo paso a máquina y usted corrige.
Así fue.
"Lo
único que le reprocho a Arreola es que él, que corrigió
a todo el mundo, no me quiso corregir a mí, bajo el argumento
de que así estaba bien mi trabajo."
Quizá
él lo consideró así.
J.E.P. Pues si yo hubiera considerado que no había
nada que pulir, te juro que habría dejado toda mi labor
como estaba. El precio de este trabajo de corrección es
que tengo muchas cosas sin acabar.
-
2- -----------------------------------------------------------------