La
enfermera estaba cansada de luchar con él, yo no entiendo
por qué no me hizo entrar antes, en esta clínica
son demasiado severos. Ya es casi de noche y el nene ha dormido
todo el tiempo, se ve que está agotado, pero me parece
que tiene mejor cara, un poco de color. Todavía se queja
de a ratos pero ya no quiere tocarse el vendaje y respira tranquilo,
creo que pasará bastante buena noche. Como si yo no supiera
lo que tengo que hacer, pero era inevitable; apenas se le pasó
el primer susto a la buena señora le salieron otra vez
los desplantes de patrona, por favor que al nene no le vaya a
faltar nada por la noche, señorita. Decí que te
tengo lástima, vieja estúpida, si no ya ibas a ver
cómo te trataba. Las conozco a éstas, creen que
con una buena propina el último día lo arreglan
todo. Y a veces la propina ni siquiera es buena, pero para qué
seguir pensando, ya se mandó mudar y todo está tranquilo.
Marcial, quedáte un poco, no ves que el chico duerme, contáme
lo que pasó esta mañana. Bueno, si estás
apurado lo dejamos para después. No, mirá que puede
entrar María Luisa, aquí no, Marcial. Claro, el
señor se sale con la suya, ya te he dicho que no quiero
que me beses cuando estoy trabajando, no está bien. Parecería
que no tenemos toda la noche para besarnos, tonto. Andáte.
Váyase le digo, o me enojo. Bobo, pajarraco. Sí,
querido, hasta luego. Claro que sí. Muchísimo.
Está
muy oscuro pero es mejor, no tengo ni ganas de abrir los ojos.
Casi no me duele, que bueno estar así respirando despacio,
sin esas náuseas. Todo está tan callado, ahora me
acuerdo que vi a mamá, me dijo no sé qué,
yo me sentía tan mal. Al viejo lo miré apenas, estaba
a los pies de la cama y me guiñaba un ojo, el pobre siempre
el mismo. Tengo un poco de frío, me gustaría otra
frazada. Señorita Cora, me gustaría otra frazada.
Pero si estaba ahí, apenas abrí los ojos la vi sentada
al lado de la ventana leyendo una revista. Vino en seguida y me
arropó, casi no tuve que decirle nada porque se dio cuenta
en seguida. Ahora me acuerdo, yo creo que esta tarde la confundía
con mamá y que ella me calmaba, o a lo mejor estuve soñando.
¿Estuve soñando, señorita Cora? Usted me
sujetaba las manos, ¿verdad? Yo decía tantas pavadas,
pero es que me dolía mucho, y las náuseas... Discúlpeme,
no debe ser nada lindo ser enfermera. Sí, usted se ríe
pero yo sé, a lo mejor la manché y todo. Bueno,
no hablaré más. Estoy tan bien así, ya no
tengo frío. No, no me duele mucho, un poquito solamente.
¿Es tarde, señorita Cora? Sh, usted se queda calladito
ahora, ya le he dicho que no puede hablar mucho, alégrese
de que no le duela y quédese bien quieto. No, no es tarde,
apenas las siete. Cierre los ojos y duerma. Así. Duérmase
ahora.
Sí,
yo querría pero no es tan fácil. Por momentos me
parece que me voy a dormir, pero de golpe la herida me pega un
tirón o todo me da vueltas en la cabeza, y tengo que abrir
los ojos y mirarla, está sentada al lado de la ventana
y ha puesto la pantalla para leer sin que me moleste la luz. ¿Por
qué se quedará aquí todo el tiempo? Tiene
un pelo precioso, le brilla cuando mueve la cabeza. y es tan joven,
pensar que hoy la confundí con mamá, es increíble.
Vaya a saber qué cosas le dije, se debe haber reído
otra vez de mí. Pero me pasaba hielo por la boca, eso me
aliviaba tanto, ahora me acuerdo, me puso agua colonia en la frente
y en el pelo, y me sujetaba las manos para que no me arrancara
el vendaje. Ya no está enojada conmigo, a lo mejor mamá
le pidió disculpas o algo así, me miraba de otra
manera cuando me dijo: "Cierre los ojos y duérmase."
Me gusta que me mire así, parece mentira lo del primer
día cuando me quitó los caramelos.
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