En
el mejor de los casos se hacían chistes, los argentinos
hacen muchos chistes, pero no todos tienen sentido del humor.
Y esto también puede aplicarse a la raza humana en general.
En todo caso Argentina ha sido un país de humoristas individuales,
como Macedonio Fernández, detraes de cuya metafísica
se esconde un humor terrible.
Eso nos remite de nuevo a El libro
de Manuel, que resulta un desafío contra lo absurdo
de la realidad concreta.
Julio Cortázar: Es un desafío, pero no un
desafío insolente ni negativo. Es un desafío muy
cordial. Hemos visto que yo trato a los personajes con toda la
simpatía posible. Por ejemplo a Marcos, el jefe de ese
grupo de guerrilla urbana que esta un poco de vacaciones en Europa
en ese momento. Y el mismo discute con sus amigos, si no este
problema, problemas paralelos. Yo no los atacaba, muy al contrario.
Si hubiera tenido ganas de atacarlos no habría escrito
la novela. No sólo no era un ataque, sino que era una tentativa
de ponerles en el bolsillo un libro que tal vez los hubiera ayudado
un poco.
*Tomado de; Encuesta a escritores argentinos contemporáneos,
realizada por el Centro Editor de América Latina; La
fascinación de las palabras, de Omar Prego y Julio
Cortázar; Fervor de la Argentina, de Roberto Fernández
Retama y conversación con Julio Cortázar, efectuada
el 24 de mayo de 1983 en Madrid, por José Julio Perlado.
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