A
lo largo de toda su obra hay cuento, novela y regreso al cuento.
¿Llego a contemplar la posibilidad de repetirse?
Julio Cortázar: Tengo la impresión de que
si continuo escribiendo cuentos, esos cuentos no son repetitivos,
o sea, que es un nuevo paso en algún sentido, a veces tal
vez sea un paso hacia adelante, a veces puede ser una bifurcación
hacia algún lado donde me parece que hay todavía
posibilidades que yo mismo no he indagado, que no he explorado.
Si no fuese así no tendría ningún interés,
ninguna curiosidad por escribir cuentos.
¿Cuento
o relato? Sus escritos de mediana extensión podrían
caber en ambas clasificaciones.
Julio Cortázar: Yo creo que nadie ha definido hasta
hoy un cuento de manera satisfactoria. Cada escritor tiene su
propia idea del cuento. En mi caso, el cuento es un relato en
el que lo que interesa es una cierta tensión, una cierta
capacidad de atrapar al lector y llevarlo de una manera que podemos
calificar casi de fatal hacia una desembocadura, hacia un final.
Aunque parezca broma, un cuento es como andar en bicicleta, mientras
se mantiene la velocidad el equilibrio es muy fácil, pero
si se empieza a perder velocidad ahí te caes y un cuento
que pierde velocidad al final, pues es un golpe para el autor
y para el lector.
¿Está de acuerdo en que
hablemos de una intencionalidad social en su obra?
Julio Cortázar: Claro. Pero cuando eso plantea el
grave problema al que aludo en el prólogo a El libro
de Manuel, que es donde ataque de frente el problema. Problema
que consiste en tratar de conseguir una convergencia de la historia
contemporánea, para llamarlo así, de ciertos aspectos
de la historia y su convergencia con la literatura pura. Convergencia
particularmente difícil porque en la mayoría de
los libros llamados comprometidos o bien la política, la
parte política, la parte del mensaje político, anula
y empobrece la parte literaria y se convierte en una especie de
ensayo disfrazado, o bien la literatura es mas fuerte y apaga,
deja en una situación de inferioridad al mensaje, a la
comunicación que el autor desea pasar a su lector. Entonces,
ese dificilísimo equilibrio entre un contenido de tipo
ideológico y un contenido de tipo literario, que es lo
que yo quise hacer en El libro de Manuel, me parece que
es uno de los problemas más apasionantes de la literatura
contemporánea. Y me parece, además, que las soluciones
son individuales, que no hay ninguna fórmula. Nadie tiene
una fórmula para eso.
Las
paradojas de sus narraciones, mas que responder a la realidad
''mágica" de América Latina, quizá hablan
de algo mucho más sencillo: de un hombre con un amplio
sentido del humor.
Julio Cortázar: Desde pequeño he tenido un
gran sentido del humor y me acuerdo que siendo muy niño,
tendría ocho o nueve años, me producía un
gran asombro que en ciertas conversaciones de los mayores, en
circunstancias en que todo hubiera podido arreglarse con una broma,
con una respuesta llena de humor, todo el mundo se ponía
trágico, todo el mundo se tomaba las cosas por el lado
negativo.
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