Osvaldo Ferrari: Una de las
impresiones que uno tiene al conocer su obra y al conocerlo a
usted, Borges, es la de que hay un orden al que usted guarda rigurosa
fidelidad.
Jorge Luis Borges: Me gustaría saber cuál es
(ríe).
Osvaldo
Ferrari:
Bueno, es un orden que preside, naturalmente, su escritura y sus
actos.
Jorge Luis Borges: Mis actos, yo no sé. La verdad
es que he obrado de un modo tan irresponsable... Usted dirá
que lo que yo escribo no es menos irresponsable, pero yo trato
de que lo sea, ¿no? Además, tengo la impresión
de vivir... casi de cualquier modo. Aunque trato de ser un hombre
ético, eso sí. Pero mi vida es bastante casual,
y trato de que mi escritura no sea casual, es decir, trato, bueno,
de que haya algo de cosmos, aunque sea esencialmente el caos.
Como puede ocurrir con el universo, desde luego: no sabemos si
es un cosmos, o si es un caos. Pero, muchas cosas indican que
es un cosmos: tenemos las diversas edades del hombre, los hábitos
de las estrellas, el crecimiento de las plantas, las estaciones,
las diversas generaciones también. De modo que cierto orden
hay, pero un orden... bastante pudoroso, bastante secreto, sí.
Osvaldo
Ferrari:
Hoy quisiera hablar con usted sobre aquello que me ha parecido
su mayor preocupación: me refiero al tiempo. Usted ha dicho
que la palabra eternidad es inconcebible.
Jorge Luis Borges: Es una ambición del hombre, yo
creo: la idea de vivir fuera del tiempo. Pero no sé si
es posible, aunque dos veces en mi vida yo me he sentido fuera
del tiempo. Pero puede haber sido una ilusión mía:
dos veces en mi larga vida me he sentido fuera del tiempo, es
decir, eterno. Claro que no sé cuánto tiempo duró
esa experiencia porque estaba fuera del tiempo. No puedo comunicarla
tampoco, fue algo muy hermoso.
Osvaldo
Ferrari:
Sí, no es concebible la eternidad; así como, quizá,
hablamos del infinito pero no es concebible por nosotros, aunque
sí podemos concebir lo inmenso...
Jorge Luis Borges: Bueno, en cuanto a lo infinito, digamos,
lo que señaló Kant: no podemos imaginarnos que el
tiempo sea infinito, pero menos podemos imaginarnos que el tiempo
empezó en un momento, ya que si imaginamos un segundo en
el que el tiempo empieza, bueno, ese segundo presupone un segundo
anterior, y así infinitamente Ahora, en el caso del budismo,
se supone que cada vida está determinada por el karma tejido
por el alma en su vida anterior. Pero, con eso nos vemos obligados
a creer en un tiempo infinito: ya que si cada vida presupone una
vida anterior, esa vida anterior presupone otra vida anterior,
y así infinitamente. Es decir, no habría una primera
vida, ni tampoco habría un primer instante del tiempo.
Tomado de: "Conversaciones de Jorge L. Borges con Osvaldo
Ferrari", aparecidas en 1984 en el periódico Tiempo
Argentino