Mario Benedetti o los puentes sobre los mares
(prólogo de José Emilio Pacheco a la edición de los Cuentos completos de Mario Benedetti)

 


Pero en aquellos momentos no podíamos presentir que La muerte y otras sorpresas anunciaban la década siguiente: los años de la insurrección tupamara, que encontraría su épica en El cumpleaños de Juan Ángel, el golpe militar, la represión, la institucionalización de la tortura, las desapariciones y el exilio.

Como dijo en su autoepitafio Fernández de Lizardi, el primero que escribió novelas en tierras americanas, Benedetti "hizo lo que pudo por su patria". A consecuencia de ello se vio obligado a dejarla y a ver sus libros proscritos para sus lectores naturales. Lo único que lograron quienes intentaron silenciarlo ha sido que su literatura se difunda por todas partes. El cuento se volvió la forma de seguir literalmente paso a paso lo que ocurría en su país y entre los exiliados, los hijos y los nietos de quienes creyeron hallar en esos lugares el fin del éxodo, la verdadera tierra prometida.
Con y sin nostalgia y Geografías reúnen las narraciones de las décadas más atroces que ha vivido el continente en este siglo. Ni el dolor ni la cólera impiden que Benedetti deje de aumentar sus recursos narrativos. Al lado del cuento que ahonda en la concentración y economía del género, emplea con la misma destreza el relato ensayístico, la viñeta, el poema en prosa y la novela corta (por ejemplo, "La vecina orilla" y "Puentes como liebres" que abarca en pocas páginas una vida entera como el magistral "Retrato de Elisa" en Montevideanos). El poeta y el narrador en vez de oponerse o estrobarse intercambian habilidades y enseñanzas. Benedetti hace varios versos libres y rimados, sonetos y epigramas, coplas, canciones y versículos, arte mayor y arte menor. Los personajes de sus novelas, como Laura Avellaneda y Martín Santomé de La tregua hablan en los Poemas de otros.

La variedad métrica y temática de Las soledades de Babel se corresponde con la riqueza de Despistes y franquezas, su más reciente libro de cuentos. Si los "despistes" son poemas en prosa, "doloras y humoradas"- para citar a un poeta, Campoamor, al que ya nadie cita- las "franquezas" son los relatos del desexilio, esa palabra que la lengua española le debe, como muchas otras, a Benedetti; el cuaderno del retorno al país natal para observar el paisaje después de la batalla, el panorama roto en que duelen hasta los árboles cortados y los edificios demolidos y a los montevideanos y a los hijos y nietos de aquellos primeros Montevideanos, que han pasado por los horrores de la tortura y la separación. Benedetti es el mismo y es distinto. No puede ser igual después de lo que ha pasado y de lo que le ha pasado. Cuanto ve y escucha se convierte en materia narrativa porque la fuente de sus relatos es la inagotable vida.

Si pensamos que la carrera de Maupassant duró sólo una década y que pocos cuentistas hispanoamericanos han ido más allá del segundo libro, la figura de Mario Benedetti aparece todavía más excepcional y admirable. Durante medio siglo ha trabajado como habitante natural en todos los géneros con una fidelidad inexpugnable a las más diversas manifestaciones del cuento. El impulso juvenil, la voluntad del estilo y el gusto de jugar en serio, presentes en Despistes y franquezas y Las soledades de Babel, constituyen algo que la mayoría suele perder mucho antes de los treinta. Estos Cuentos completos prueban que Mario Benedetti es uno de los grandes cuentistas de nuestra lengua y de nuestro siglo.

 


Ezequiel Martínez entrevista a Mario Benedetti con motivo de sus 80 años

 


Regresar