Escuchemos

las opiniones

de los niños


Francesco Tonucci

¿Qué sucede si ponemos más atención a lo que los niños opinan? Un hombre abrió bien sus oídos para escucharlos y al hacerlo, aportó nuevas ideas pedagógicas a su país y al mundo. Es Francesco Tonucci, quien nació en 1941, en Frano, una antigua ciudad de la costa italiana. Es autor de numerosos libros y artículos en revistas italianas y extranjeras.

Su campo de acción es la psicopedagogía y se vale de dibujos propios para ilustrar y difundir sus ideas, en éstos se autonombra FRATO. Considera que el modelo educativo debe transformarse y éste se presenta cuando se toman en cuenta las competencias de los niños. También al ser escuchados y al compartir sus conocimientos con los compañeros de clase.

Tonucci enfatiza la importancia de los conocimientos infantiles previos y también del juego. Si se toman en cuenta estos aspectos, el resultado es una preparación adecuada para la vida en sociedad.

 

Respecto a la vida académica de Tonucci, trabajó primero como maestro. Posteriormente se convirtió en investigador en el Instituto Psicológico del Consejo Nacional de Investigación, del que después presidió el Departamento de Psicopedagogía en su país de origen.

 

Se dedica principalmente a un programa de educación ambiental en Italia. Abajo podemos ver dos de sus viñetas en las cuales, las ciudades “se tragan” los espacios de juegos de los niños:

 

 

 

Sus investigaciones se centran en el desarrollo cognitivo de los pequeños, su pensamiento, su comportamiento y la relación entre su cognición y la metodología educativa. En 1991 llevó a cabo en su pueblo natal, Frano, el proyecto de la Ciudad de los Niños cuyo punto de referencia fueron los pequeños. El proyecto tuvo mucho éxito y se difundió en distintos lugares del mundo.

 

 

Tonucci crítica a la escuela actual y propone varias modificaciones: tanto en la escuela, como en la forma de trabajar con los niños:

 

    • Por las tardes, dar tiempo a los pequeños para que hagan cosas diferentes a las de la escuela y así tengan temas de conversación para hablarlas en clase. Esto requiere no solicitar demasiadas tareas, ya que pasan suficiente tiempo en el aula.
    • Dar a los niños más poder y libertad, para que al contar sus experiencias éstas sean el centro de su formación.
    • Tomar en cuenta que los niños no son recipientes vacíos que hay que llenar de conocimientos: ellos tienen sus propias vivencias y formas de pensar. Es preferible escucharlos y entre todos, crear el conocimiento.
    • Reconocer que la escuela debe tomar en cuenta el juego y la diversión.
    • Centrarse en lo que los niños saben hacer, y no en lo que no son capaces de llevar a cabo, lo que hará que estén más motivados y en un futuro sean personas más seguras de sí mismas.
    • Promover estas ideas, apoyar el trabajo en equipo e incluir en la escuela a la familia y grupos sociales.

 

 

 

Recomendamos a los docentes escuchar esta conferencia de Tonucci, en la que expresa la importancia del entorno y lo que debería de transformarse para que los niños tuvieran sus tiempos y espacios para jugar con libertad:

 

Expresa que la escuela debe crear personas capaces de respetarse, de sentirse libres y de tener sus propias opiniones; así serán después adultos menos frustrados y más decididas para desarrollar sus capacidades. En pocas palabras, afirma que la escuela debe abrirse a escuchar y atender las opiniones de los niños.

 

 

Publicó e ilustró un libro en el que verdaderamente él se pone “en los zapatos de los niños” y se llama: Con ojos de niño. Para tener una idea de su obra, pueden observar el siguiente video.

 

 

Asimismo pueden ver en este PDF el interesante contenido, lo mismo que las viñetas del libro antes mencionado.

 

Por fortuna, este gran personaje sigue activo en la divulgación de sus conocimientos pedagógicos con el firme propósito de que sean una práctica sostenida y constante.

 

 


LA ESENCIA DE LAS COSAS

 

En este espacio presentamos una carta escrita por una profesora de primaria: su nombre es Elisa, pero a ciencia cierta no sabemos quién es. La envía al profesor Juan, que tampoco sabemos quién es. Menos aún explicaremos cómo es que esta carta llegó a nuestras manos, pues nadie lo creería.

 

El hilo conductor son las palabras: las que se leen, se escriben, se hablan y se escuchan en algunas aulas. La carta presenta una faceta de la lectura y la escritura y por supuesto, de los libros.

 

Afortunadamente, cada vez son menos los docentes que siguen las ideas y prácticas que a  Elisa le molestan del  director de su escuela. Sin embargo, aún cuando se trate ya de minorías, son útiles para la reflexión pedagógica.