PALABRA DE ESCRITOR:

 

DEJO CORRER LA PLUMA*

 

 Semblanza del escritor Augusto Monterroso (1921-2003)

 


 

A veces creemos que un escritor es un ser tocado por la inspiración y en eso reside su mérito. Realmente es una persona con talento, pero con un gran trabajo de lectura, escritura y reescritura que lo respalda. Esta semblanza del escritor Augusto Monterroso ofrece una visión pedagógica que muestra cuál fue su proceso para escribir un buen texto.  Si el profesor se la proporciona o se la lee a sus alumnos, ellos podrán darse cuenta que la escritura creativa no es una habilidad sólo de los grandes escritores, sino que de la escuela también pueden surgir cuentos o relatos de los propios alumnos apoyándose en temas que les son significativos. Citemos un ejemplo, en el proyecto colaborativo “El placer de escribir”, surgieron textos dignos de mención por parte de los integrantes.

 

Ahora pasemos a expresar un proceso de lectura y escritura de manera específica, la de Augusto Monterroso.

 

Él nació en Tegucigalpa en 1921, capital de Honduras, sin embargo, a los quince años su familia se estableció en Guatemala. Desde 1944 vivió en nuestro país, al que se trasladó por motivos políticos. Su cuento “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” está considerada como el relato más breve de la literatura universal.

 

Miraba la lectura y la escritura como procesos enraizados en la vida misma,  por eso decía:

 

“Cuando me pongo a escribir algo, ya sé lo que quiero decir, ya tengo más o menos claro que es lo que voy a expresar, el problema que se presenta es el de la forma y del género que se trate: un cuento, una novela... Cuando ya tengo la idea, es cuestión de escribir la primera frase, de dejar correr la pluma, esa frase jala a las demás.”

 

.

 

 

La necesidad de escribir la sintió como algo fundamental en su vida que fue descubriendo poco a poco:

 

“Sentía en mí la vocación de escritor, que se volvió una necesidad; es decir, yo me lancé al agua cuando tenía como veintidós años y entonces vino una necesidad de seguir escribiendo, de  aprender el oficio.  El oficio de escritor es muy complicado, requiere no sólo de la imaginación, porque la imaginación está libre para lo que se nos ocurra, pero si queremos convertirla en obra de arte como es la literatura, ya el problema comienza por el oficio. Es decir, por el estudio del lenguaje, de la gramática, de saber combinar las palabras de la mejor manera posible, porque no se trata sólo de aprender a redactar,  el problema del escritor es hacer una obra de arte, porque escribir es indiscutiblemente un arte.   Así con gusto y con trabajo, escribo... Es apasionante, como la vida.”

     

Describió una relación interesante entre la lectura y la escritura, que considera como estrechamente relacionadas:

 

“Siempre van juntas. Mi primer oficio es de lector, cuando no escribo estoy leyendo, pero la escritura es un arte ¿no?, por eso el escritor es inquieto: busca la pintura, la música, las otras artes para enriquecer su escritura. Lo mismo debe pasar con los músicos, se alimentan con las otras artes: hay grandes músicos que son grandes lectores. De todo se alimenta uno, ¡ya no digamos de la vida!”

 

.

 

 

 

En su vida, hubo un detonador que lo impulsó a escribir y fue algo curioso, anecdótico:

 

“Primero fue un profesor de cuarto de primaria. Teníamos un libro que se llamaba Libro de Lecturas que traía textos muy serios porque en ese tiempo a los niños no se les daban las cosas adaptadas a su edad, sino que eran tal y como los había escrito el autor. Entonces me animaba a seguir por ese camino: es el recuerdo más lejano que tengo de alguien que me haya impulsado. Después pasaron los años... yo era muy pobre, y cuando tenía dieciocho años trabajaba en una carnicería: entre  las reses me encontré a otra persona que se dio cuenta de mis aficiones literarias. Me impulsó no sólo a leer, también a escribir, lo cual él alimentaba  regalándome obras de Shakeaspeare o de Victor Hugo... Fue para mí un mentor, como se decía antes. Fue una gran suerte haberlo encontrado; donde menos podía esperarse: en una carnicería.”

 

Matizó lo gozoso y lo doloroso en su escritura, siempre muy ligado a sus personajes y situaciones, lo mismo a la emoción que una narración puede provocar en el lector:

 

“En una  narración, ya sea cuento o novela, siempre se está tratando con personajes que son seres  humanos. Si  sufre el personaje del cuento o de la novela, el escritor debe sufrir también con él; y en ese sentido puede ser sumamente doloroso para el escritor que se mete verdaderamente en los sufrimientos que está describiendo. Es decir, si el personaje llora, el autor llora también con él. Si esto no sucede,  no se vale. Si el escritor no adopta esos sufrimientos como suyos es que está mintiendo.”

 

Su mensaje a los jóvenes respecto a la lectura y la escritura fue el siguiente:

“Todo aquel que tenga la oportunidad o la suerte de leer, tiene una riqueza muy grande. El simple goce lo está formando a uno, y también le está dando armas para toda la vida. En cuanto a la escritura, depende de una vocación o “un llamado” que no se puede forzar. El que quiera ser escritor va a sentir dentro de él la necesidad de expresarse, de decir lo que siente o lo que piensa.  Está también el talento porque escribir es un arte.”

 

.

 

  

 

 

Para cerrar esta semblanza, nos damos cuenta de una manera sencilla cómo surge el amor a la lectura y a la escritura sin que medie la obligatoriedad, sino el placer; sin que la memorización o lo aburrido dejen una huella de rechazo en los alumnos.

 

¡Motivemos a nuestros alumnos a leer y escribir con  semblanzas como ésta!

 


* Esta semblanza surgió de una entrevista que hizo Yolanda Sassoon al escritor poco antes de que él falleciera, la fecha de ésta fue el 10 de diciembre de 2002.