Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida.

Pitágoras

 
 

Es deber de los padres formar un ambiente familiar animado por el amor que favorezca la educación íntegra, personal y social de los hijos. La educación familiar es tan importante que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. No obstante, los padres confían plenamente en que la escuela y esos maestros que no sólo dejan influencia en la vida académica de cada estudiante sino huella imborrable en la historia de la Humanidad, también contribuirán diaria y pacientemente en la educación de sus hijos.

Y es cierto, siempre habrá un Maestro preparado para guiarnos en el camino, en esta larga carrera del aprendizaje; capaz de hacer que las cosas difíciles parezcan fáciles, hábil para despertar en cada niño, joven y adulto el placer por la lectura y el manejo de los números, el descubrimiento por la ciencia, la práctica de los deportes, la manifestación de expresiones artísticas, el impulso e innovación con la tecnología y la exploración por diversas áreas del conocimiento.

Al organizar su formación continua a lo largo de su trayectoria profesional, dominar y estructurar los saberes para facilitar las experiencias de aprendizaje significativo, planificar los procesos de enseñanza y de aprendizaje atendiendo al enfoque por competencias, identificar los conocimientos previos y necesidades de formación de los estudiantes y desarrollar estrategias para avanzar a partir de ellas. Ser creativos e innovadores, construir ambientes para el aprendizaje autónomo y colaborativo; contribuir a la generación de un ambiente que facilite el desarrollo sano e integral de los estudiantes, participar en los proyectos de mejora continua de su escuela y apoyar la gestión institucional, son tan sólo cualidades individuales, de carácter ético, académico, profesional y social que definen el perfil del docente del siglo XXI.

 

Con la tecnología de la Era Digital o sin ella, el Maestro es un fiel aliado de la familia en cuanto cimienta y forma en valores; quien además, contribuye a la consolidación de aquellos que promueven la convivencia como el respeto, el amor, la unión, la solidaridad, la tolerancia hacia uno mismo y hacia los demás, la honestidad y el valor; valor para apreciar y enfrentar la vida con todas sus dificultades.

Es en muchos sentidos que les debemos esta “preparación” moral e intelectual; el temple que se necesita para tomar decisiones importantes, fortalecer nuestro carácter y enfrentar cada uno de los grandes retos que hay en nuestro entorno social y familiar.

Gracias a nuestra familia, más reciba un agradecimiento especial, cada uno de los Maestros que nos educan día a día, que han dado y dejado en las aulas de ayer y hoy, grandes dosis de energía, paciencia, entrega y amor durante su extraordinaria labor.




Decálogo del maestro