"En una crisis se toma conciencia del peligro, pero se reconoce la oportunidad”.
- John F. Kennedy
RedEscolar reconoce la importancia de los acontecimientos de trascendencia mundial; por lo que se une a la conmemoración de las Naciones Unidas en el Día Internacional en recuerdo de la catástrofe de Chernobyl, en un gesto de solidaridad frente a los desastres que nos llevan a crear conciencia respecto a la necesidad de mantener los protocolos de seguridad, que ofrecen resguardar y proteger la vulnerabilidad de los empleados en lugares de trabajo bajo condiciones de riesgo, dados entre otras cosas, por el manejo de sustancias o compuestos químicos y tóxicos; así como para reconocer y respetar los señalamientos que aseguran la vida de los seres vivos en ambientes peligrosos.
El monumento a los bomberos de Chernóbil, escultura que rinde homenaje a los primeros en responder al desastre en abril de 1986. Muchos de estos bomberos estuvieron expuestos a grandes dosis de radiación en los minutos y horas posteriores al accidente. FOTO: Dana Sacchetti/OIEA
A principios de la década de 1970, uno de los principales objetivos del comunismo soviético consistió en aumentar el uso de la energía nuclear, lo cual dio paso a la construcción de la planta nuclear Chernóbil y de la ciudad de Prípiat, la cual brindaría mejores condiciones de vida a sus trabajadores y a sus familias. Chernóbil fue la tercera central nuclear en la Unión Soviética del tipo de reactores condensador de alta potencia (RBMK) en el mundo —después de las de Leningrado y Kursk—; y la primera planta de energía atómica en suelo ucraniano. En ella se construyó el primer reactor que entró en servicio en 1977; el segundo reactor se inauguró en 1978, el tercero en 1981 y el cuarto en diciembre de 1983. Una siguiente etapa buscaría ampliar el número de reactores; así que estaban en construcción dos reactores más al momento del lamentable desastre, aquel 26 de abril de 1986.
La ciudad de Prípiat (actual Ucrania), fue construida por la URSS en 1970 para acoger a los empleados de la planta de energía nuclear de Chernóbil; y gracias a su calidad de vida, en poco más de década y media llegó a tener más de 50,000 residentes, quienes vieron alteradas sus vidas después del fatídico día.
La paralización planificada de la cuarta unidad de la central para las obras de reparación ordinarias estaba programada para el 25 de abril de 1986. Durante dichas obras, el personal de las plantas nucleares solía llevar a cabo experimentos en el reactor; uno de los cuales tenía previsto confirmar si las turbinas generaban suficiente electricidad para las bombas de refrigeración en caso de un fallo.
La prueba fue aplazada por el controlador de la red eléctrica en Kiev, así que el ensayo inició a las 01:23:04 del 26 de abril. 45 segundos después se produjeron varias explosiones que destruyeron en su totalidad el reactor e iniciarían el incendio.
Los bomberos fueron los primeros en llegar a la central para apagar el incendio; sin embargo, el nivel de radiación era muy alto y los bomberos no tenían trajes protectores especiales por lo que la mayoría de ellos murieron de radiotoxemia (la enfermedad de los rayos).
Al día siguiente, las autoridades decidieron evacuar a la población que vivía en un radio de 10 kilómetros de la planta; los autobuses con policías fueron enviados a los portales de las casas para recoger a los habitantes, y para evitar el pánico, las autoridades informaron a los residentes que podían regresar a sus viviendas pasados tres días. Se les prohibió llevar sus pertenencias y muchos fueron evacuados apenas con lo mínimo indispensable; debido a los altos niveles de radioactividad en el lugar, nunca pudieron volver a sus hogares.
Entre las secuelas de la catástrofe, es posible observar que más de la mitad de las personas desalojadas desarrollaron diversas formas de cáncer, leucemia y enfermedades psicológicas. Un gran número tienen cataratas y encontraron defectos congénitos en sus descendientes, lo que podría afectarles durante su vida adulta.
Aunque la ciudad se convirtió en una zona radioactiva e inhóspita; actualmente es considerada una ciudad fantasma, con apenas vestigios de que en algún momento hubo vida. La planta nuclear mantiene su operación con la máxima vigilancia y seguridad radiológica requerida.
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“No pienso en toda la desgracia, sino en la belleza que aún permanece”.
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